jueves, 22 de diciembre de 2016

Feliz Navidad 2016

"Quintilla asonantada"

Cantan que era de noche
cuando nos nació el Señor;
y está bien pues, desde entonces,
un clarear nos acoge
y un ansia de luz mayor.



Anónimo 
 Monasterio Benedictinas de la Natividad de Nuestro Salvador Jesús (Madrid)


viernes, 21 de octubre de 2016

Y la vida continúa

   Vuelve a ser día 21 y vuelven a estar las horas rebosando ocupaciones, pero procuro exprimirlas como una balleta, con fuerza y coraje, para sacarles los minutos necesarios y seguir marcando los hitos del cordar permanente. Después los dejo en esta ventana a que se aireen. Hoy son estas palabras de Péguy que entresaco de un libro que nos ha dejado nuestro amigo Diego:
"Es de verdad un gran misterio esta especie de atadura de lo espiritual con lo temporal: casi podríamos decir que es una especie de injerto misterioso"
Georgia O´Keefe


jueves, 20 de octubre de 2016

Raúl Pizarro: Estar aquí

    El poeta Raúl Pizarro ha tenido a bien proponerme estar implicada en el acto de la presentación de su nuevo libro, Estar aquí, mañana, en su ciudad natal, a la que yo también quiero mucho y que ha dado y sigue dando tanta buena poesía: "Estar aquí" es un título excelente para un excelente libro de poesía; o debería decir de poesía, a secas, que eso tendría que bastar, porque tiendo a pensar que la única poesía es la excelente, otra no existe, otra no es: no hay poesía sin excelencia.

    Decía que me parece un título excelente porque a mí me recuerda a un maravilloso haiku de Issa que me atreví a traducir en esta ventana a partir de una versión al inglés de Robert Hass:

qué extraño es esto
estar viva y aquí
bajo el cerezo en flor.


    Y es que hay algo de sensibilidad oriental en estos poemas, Raúl, o a mí me lo parece, porque no son otra cosa -y no son menos- que una enorme sensibilidad para la maravilla que se esconde en lo cotidiano y -lo que es la clave de todo poema y la clave de la poesía misma- una enorme sensibilidad para sacar, a golpe de palabra, la maravilla oculta en el maremagnum de la vida más o menos anodina y rescatarla de su invisibilidad, darle presencia por medio de unas pocas palabras, de unos breves versos. De hecho, retener lo irretenible, rescatar lo irrescatable de la corriente del tiempo es la obsesión, creoo yo, común a estos poemas: algún momento de la infancia de sus hijas (que crecerán, que están creciendo), las primeras presencias del otoño, la paradoja del almendro, la fragilísima gota de rocío, las ciudades habitadas brevemente... y de fondo, como un bajo continuo, la amistad, la familia, la culpa... 

   Será mañana en el Claustro de Sto Domingo en Jerez, mañana a las 20:00 y contará con la presencia muy activa de Tony Ramos y Miguel Ángel Muñoz.


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domingo, 9 de octubre de 2016

El Ciervo

   Del último número de la revista El ciervo:

-Dice de la poesía Irazoki en Orquesta de desaparecidos  que es "una intensidad de la mirada que despierta la conciencia".

-Dice Norbert Bilbeny en el artículo "El quién que lo precede todo": "Uno, temerario, piensa que la verdad es alguien."

- Dice Cecília Meireles en traducción de Marie-Christine del Castillo:
      
        "Mis días fueron aquellas granadas bruñidas
        colmadas de color, jugo y compacta dulzura.
        Y aquellas dalias, redondas colmenas
        henchidas de abejas y de viento y de horizontes.
        Mis días fueron aquellas oscuras raíces
        esclavas caminando bajo tierras humildes.
        Esas rosas duramente construidas
        y de pronto sopladas por labios displicentes.
        ¡Ah! mis días fueron aquellos sobrios cactus
        de rara flor coronada de coronas de espinas.
        Mis días fueron estos altos y fuertes muros,
        peso de enormes piedras y cansado límite,
        donde posaban soledades, engaños, verbos
        con una radiante constancia de mariposa"

-Y Andreu González Castro me incita a comprarme La conjura de los ignorantes de Ricardo Moreno Castillo (Pasos perdidos, Madrid, 2016)

Y más cosas, y más cosas...





domingo, 2 de octubre de 2016

Maneras de mirar (25): "El peso de la sombra" de Amalia Iglesias

   "EL PESO DE LA SOMBRA"

Dejando atrás la tierra                                                           curtida por la escarcha,
el escalón del miedo  
hincado como estaca                            
                    al borde del sendero

para no olvidar nunca 
lo que linda una oscura frontera.
Vuelven los pasos 
a los valles propicios, 
a remontar de nuevo                                
                  los ríos de otra infancia.
Las mismas calles guardan 
el fragor de la culpa 
y tu sombra arrastra ahora, 
añadida a su peso,                            
                 la luz del otro lado.
Tu sombra va dejando 
un rastro en el camino, 
la senda señalada,
                     porque Lázaro sabe                                           que habrá de regresar                                         después de todo.


              ( Amalia Iglesias, Lázaro se sacude las ortigas, 2005)




   Alguien se marcha, abandona un lugar inclemente ("tierra curtida por la escarcha") e inicia toda una aventura marcada por la incertidumbre y la inseguridad ("el escalón del miedo/ hincado...") en un viaje a lo desconocido ("lo que linda a una oscura frontera"). Pero en ese viaje se revive el bienestar de la infancia, su virgen vitalismo... Sin embargo, abordar el pasado en ese recorrido, pasa cierta factura: la vida ya no es el lugar al que se accede con ojos inocentes, sino al que se llega ya desde "la luz del otro lado", que no hace sino añadir sombra a su sombra, peso a su peso.
   Al leer el poema como aquí en esta ventana, aislado del contexto del libro del que lo extraigo (y la poesía puede leerse así, es lo que tiene el género), el lector va reconociendo en estos versos, en estos símbolos, las distintas emociones de quien abandona un lugar o un tiempo gastado por sus propios sinsabores, esperando encontrar un espacio o un tiempo aún limpio de sí mismo donde empezar de nuevo... pero eso es imposible. Y ahora pienso en el famosísimo poema de Kavafis que termina:
 Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no lo esperes-

no hay barco para ti, no hay camino.

Así como tu vida la arruinaste aquí

en este rincón pequeño, en toda la tierra la destruiste.

   Nos habla, además, si seguimos en esta lectura del mismo, de un trayecto en que las lindes están difusas: las únicas lindes constantes son las del miedo que bordea todo el camino (vv. 3-7). ¿Cuándo creemos dejar atrás lo que no queremos? ¿Cuándo descubrimos que en realidad nunca volveremos a recuperar la mirada de la infancia para las cosas? (vv. 8-11).  Sólo un indicio métrico marca esa oscura frontera (v. 7), vale decir " difusa" por "oscura". Me refiero a que el poema entero se mantiene en el ritmo acentual de heptasílabos y endecasílabos (los versos son todos reajustables en estos periodos con acento en sílaba 6ª) salvo un único verso, el que habla de la "oscura frontera" porque, pese a su acento en sílaba 6ª no cabe recomponerse en estos metros clásicos puesto que él solo mide 10 sílabas, saliéndose así levemente del esquema culto tradicional en el que están inmersos los restantes. Ese es el verso que marca, el que imperceptiblemente avisa, de que no todo es llano, no todo es traspasable: la frontera existe aunque sea "oscura", aunque no sepamos verla con facilidad.  
   Pero en el poema de Amalia Iglesias hay más lecturas, no se agota en ésta que abunda en el tema de Kavafis con maestría y sensibilidad propias y valiosas. Los tres versos finales convierten este poema en una cajita preciosa de ambigüedad. Son tres versos independientes que abandonan el "tú" del punto de vista del poema para sustituirlo por un nombre propio en tercera persona (Lázaro, nada menos, el resucitado) reintegrando así el poema a la significación total del libro, que el título del volumen se encarga de que no olvidemos: el tránsito de la muerte a la vida. En este preciso momento el lector no sabe si los tres últimos versos son una alegoría de ese proceso que acabamos de leer y que abunda en el tema kavafiano, o si, por el contrario, todo lo que hemos leído no es más que una descripción de las lindes entre la vida y la muerte. 
  Sobre todo nos dejan estos últimos versos con la sensación de que el poema, con el giro final que incluye el paso del "tú" a"Lázaro", nos está recordando que todo el libro habla de nuestras incursiones en el misterio para las que las pequeñas lindes (las parcelas que ponen a la realidad las palabras para poder señalarla) son siempre insuficientes, "oscuras", y habría que aprenderlas desde la nada o desde el olvido, como hicimos con el lenguaje en lo que Iglesias señala como "los ríos de otra infancia".


Samuel Palmer

lunes, 26 de septiembre de 2016

Tres haikus de amanecida

I

Siempre amanece
como un largo bostezo.
Hoy me doy cuenta.


II

Muy de mañana
¿qué se dicen los pájaros
mientras dormimos?


III

En la ventana
lenta estalla la luz.
Mi amado duerme.


Es lo que tiene despertarse tempranito.




Jan van der Kooi


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Cordando acompañada, además, por Bobin

   He encontrado un libro que me sabe decir en estos asuntos. De él proceden los párrafos que siguen:  
  
   "La sangre que deja de correr por las venas de los muertos son sus vivos quienes la pierden" (...)


   "Es como si estuvieras detrás de un cristal o detrás del aire, detrás de algo que no es más grueso que un milímetro de aire, de luz y de cristal, estás justo al otro lado, cuando miro no veo nada. Si miro bien, durante mucho tiempo   -y escribo estas líneas para mirar bien, para mirar mucho tiempo este milímetro de aire, de luz y de cristal-   , si miro bien me digo que terminaré por ver, por comprender, y aunque mis ojos se hagan a la oscuridad, aunque el deslumbramiento de muerte disminuya de intensidad, aunque un día vea y comprenda, yo sé que este milímetro de aire, de luz y de cristal seguirá siendo para mí infranqueable, y en cambio tú lo franqueaste en un segundo. Es cierto que poseías todos los dones, es cierto que escribo también para eso, para decir: sé lo que es un genio, he conocido uno en mi vida" (...)


   "Al principio creí perder la voz  -la palabra y la muerte son como dos personas que quisieran entrar en  una habitación al mismo tiempo y se entorpecen, se quedan bloqueadas en la puerta-  (...)
 

                    (Bobin, Christian, La más que viva, (trad. Gutiérrez Cartera),Libros canto y cuento, 2015, pp.13, 16-17, 35)


domingo, 11 de septiembre de 2016

Sencillo asombro

   Tres franjas irregulares, de un rosa delicadísimo y luminoso se extienden generosamente horizontales allí, altas en el cielo. Las miro y me parece imposible tanta levedad e intensidad juntas, el color extremo, su posición tan lejana al horizonte... y en ese mismo instante las veo matificar, oscurecer y desvanecerse hacia un morado mucho más verosímil.
  Durante un segundo tengo la extraña certidumbre de que mi incredulidad las ha apagado. Siento entonces una ráfaga fugaz de convencimiento triste: la belleza sólo sabe mostrase a los ojos capaces de vivir en el sencillo asombro.

Minjung Kim

jueves, 8 de septiembre de 2016

Maneras de mirar (24): "El mendigo" de Brines entre todos los mendigos

EL MENDIGO


Extraño en esta noche, he recordado
una borrada imagen. El mendigo
de mi niñez, de rostro hirsuto, tornak
desde otro mundo su mirada dura.
Llegaba al mediodía, y un gruñido
de animal viejo le anunciaba. (Toda
la casa estaba abierta, y el verano
llegaba de la mar). Andaba el niño
con temor a la puerta, y en su mano
depositaba una moneda. Era
hosca la voz, los ojos fríos de odio,
y sentía un gran miedo al acercarme,
la piedad disipada. Violenta
la muerte me rondaba con su sombra.
Sólo después, al ver a los mayores
hablar indiferentes, ya de vuelta,
se serenaba el pecho. Me quedaba
cerca de la ventana, y frente al mar
recordaba las sombrías historias.

Esta noche, pasado tanto tiempo,

su presencia terrible y misteriosa.
me ha desvelado el sueño. Ningún daño
he sufrido de aquella voluntad,
y el hombre ya habrá muerto, miserable
como vivió. Aquellos años, otros
muchos mendigos iban por las casas
del pueblo. Todos, sin venganza, yacen.
Los extinguió el olvido. Vagas, rotas,
surgen sus sombras; la memoria turba
un reino frío y solitario y vasto.
Poderosos, ahora me devuelven
la mísera limosna: la piedad
que el hombre, cada día, necesita
para seguir viviendo. Y aquel miedo
que de niño sentí, remuerde ahora mi
vida, su fracaso: un anciano
me miraba con ojos inocentes.

        (Francisco Brines)


  Es obvio, pero lo reafirmaré: 
para 
hacerse una cargo de qué son
los periodos literarios y artísticos, no hay nada como coger 
un tema y ver desde dónde se mira y cómo se interpreta a lo 
largo del tiempo.

 El mendigo es un tema excelente para demostrarlo. 

Espronceda nos lo dibujó orgulloso y rebelde, en la
tónica del Romanticismo; Víctor Hugo, como víctima
de la sociedad, López Velarde lo usó como excusa para
esa verbosidad hueca de los ecos del Modernismo...v

   Lo malo del asunto es su peligrosa aptitud para el

melodrama y el patetismo. Lo deja servido en bandeja y
casi todos los poetas que lo han abordado han caído, en
mayor o menor medida; incluso Ángel González,
compañero de promoción de Brines, se dejó resbalar 
hacia este difícilmente evitable sesgo construyendo un 
mendigo sin raíces y penosamente dependiente... Pero
Brines hace una pirueta que parecía imposible y los 
sortea. El "yo" del poema del valenciano no es el 
mendigo, sino un observador externo, un intérprete fiel
la poética del momento en que escribe(el poema 
pertenece a un libro ya de 1997, Palabras en la oscuridad,
y cabe insertarlo en los mejores hallazgos de la poesía 
de los 80 y  de la -para mí mal llamada- posmodernidad).
Es fiel, decía,porque se acerca al personaje-tema 
desde dos puntos de vista distintos: el del rechazo
y el de la comprensión. El transcurso del tiempo justifica
la antítesis. La seca y desnuda verdad de las dos emociones,
en las que los lectores nos reconocemos, lo levanta sobre 
cualquier histrionismo sentimental.

  Este juego de dos tiempos (ay, la infancia, tan relevante 

en la generación del 50 y en sus herederos) dibuja una 
apertura desde el "yo" observador (el niño, que no sabe salir 
de sí porque desconoce el mundo  y su el rechazo incomprensivo 
y temeroso) hacia la observación del hombre maduro que se abre 
al otro y se conmueve y se compadece (se mueve y padece con él). 
De estos dos puntos de vista surge la estructura formal del poema 
en dos partes de extensión prácticamente idéntica. Uun marcador se 
encarga de establecer la cohesión: la mirada
y , y otro que se encarga de señalar el 
contraste: temor / piedad. Mientras, la muerte
 lo sobrevuela todo.

   El poema, representa muy bien a la poesía española 

de su tiempo, a la generación que supo devolverle la
intimidad y emoción sin renunciar a recoger la verdad
social. 
   Terminaré añadiendo de pasada (en algún momento hay 
que cerrar estas ventanas en las que me obligo a 
cierta brevedad), que hay dos temas secundarios en el 
poema (o un mismo tema recogido por dos motivos diferentes)
que me han hecho pensar en otros dos poetas: uno mayor que
Brines, otro más joven: el tema es la revelación,
y los motivos:uno es "la duermevela" o "el sueño"  como momento 
de iluminación de verdades cruciales (tan presente en la
poesía de Antonio Machado); el otro, la mirada del anciano,
como otro síntoma vivísimo de esta 
revelación,que me lleva a recordar un cuento excelente
de Benítez Reyes, "El mago de los ojos". Estas asociaciones
me confirman, una vez más, que existen unos hilos, a ratos
inconscientes, que son los que tejen nuestra tradición 
literaria. 
   En los trabajos a los que ahora me refiero de estos 
tres poetasse nos queda un poso que identificamos con
una parte esencial de la vida: la extrañeza. 

                             

El                              Luis García Ferris





viernes, 5 de agosto de 2016

Letteren Bibliotheek

   Las escaleras que frecuento estos días me recuerdan, pese a no ser subterráneas, pasadizos inhóspitos del metro. Los pocos que las transitan se mueven como enajenados o autistas. Inexpresivos, jamás saludan, jamás cruzan la mirada entre ellos. 
   Por otro lado, las plantas que comunican estas escaleras son de una simetría que las vuelve prácticamente idénticas (las puertas que les dan entrada solo difieren en un par de palabras, a las que apenas alcanza la vista, en una lengua que no entiendo). He sabido con el tiempo que las pequeñas fotos en ellas, buscadamente familiares de personas que ya no pueden estar vivas, no son las mismas.  Un día llegué a estar más de dos horas en una sala y no supe que no era la que creía hasta que me levanté a buscar un libro en las estanterías: me había equivocado de piso. Quienes allí se sientan conmigo, no hacen ruido alguno, parecen envueltos en una campana de vacío invisible. Todos son sombras casi inmóviles y en número tan escaso como el de cualquiera de las otras plantas. Las librerías forman largos pasillos equivalentes a cuyo inicio puede verse una combinación de letras levemente variable: LLL, LHL...
   Desde el primer día he pensado  que me sumerjo casi a diario en aquella zona que el personaje de Borges nunca encontró en la Biblioteca de Babel, aquella en la que sus inmortales bibliotecarios han ido apartando los volúmenes a los que el azar había conferido alguna clase de sentido.


Erik Desmaziéres

jueves, 21 de julio de 2016

Hoy, cordando desde Lovaina

 Y resulta que nuestro bonito apartamento alquilado está sobre una preciosa floristería que es como muchas tiendas en centroeuropa: de sabor tradicional y esmero sin afectaciones. El dependiente, un señor de mediana edad, nos saludó esta mañana con púdicas preguntas corteses y una enorme sonrisa. Al salir o entrar en casa tenemos que atravesar su pequeña selva meticulosa. Ha abierto aunque es festivo aquí (la Fiesta Nacional de Bélgica). 
 Cuando bajemos veré si hay rosas blancas.

La foto no es del local, pero se le parece mucho. Ahora no tenemos tiempo. Prometo subir aquí una otro día.

martes, 12 de julio de 2016

2016, el centenario de un libro fundamental.

 A modo de colaboración con mi querida Academia de Bellas Artes del Puerto y de la conferencia que hoy impartirá mi también muy querida Profª Perez-Bustamante, publico en la columna "Encuentros en la Academia" este articulito breve.


lunes, 4 de julio de 2016

Ángel Mendoza: "cómo no recordarla"

Es verdad, la belleza verdadera lastima hasta el tuétano. Es algo que descubrí al principio de la adolescencia. Ángel Mendoza desarrolla muy bien una de esas punzadas en este poema. 

   Y es que, creo, la causa más importante de la herida de la belleza es nuestra desolada incapacidad para abarcarla o, como en este caso, retenerla.


  CREPUSCULARIO

     Lo bello no es sino el comienzo de lo terrible
                      (Rilke)

La alegría de ver cómo sube hacia el sol
la flor niña que aún tiembla, memoria de mis manos.
La inquieta sensación de estar venciendo,
mientras se va perdiendo, sin embargo.

La belleza que duele, cómo no recordarla,
risa ahogada en el agua de todos los veranos,
frágil beso fugaz de lo imposible,
resplandor traicionero del ocaso.


Extraigo estos versos  del último libro del poeta (excelente, como cabía esperar de Ángel). Su título es Noviembre (Madrid, Ediciones Complutense, 2016), y la edición obedece a haber ganado un premio convocado por esa Universidad. 

Julian Merrow-Smith

sábado, 25 de junio de 2016

La siesta de José Mateos

   Una siesta muy larga... en realidad, un sueño no tan largo. La vida acaba siendo nuestra infancia; lo que viene después, un aliento más o menos dañino, querido José Mateos. Tú lo has dicho mejor y has apuntado adonde duele.






(De la recientísima edición Poesía esencial, Sevilla, Renacimiento, 2016)


martes, 21 de junio de 2016

metamorfosis

   Hoy es el día del asombro del dolor y de sus mutaciones, a veces tan sutiles, a veces tan ricas. El monstruo del horror pasó a fiera, para acabar volviéndose desagradable animslillo -¿cucaracha?- inexterminable; el amarillo desgarrador pasó a cárdeno hiriente y después, en una metamorfosis casi balsámica, a sombra tenaz, enfermedad crónica que nunca se disipa y me acompaña siempre.


domingo, 19 de junio de 2016

Agradecimiento a todos y cada uno...

   Álvaro Valverde también nos reseña con entusiasmo. Y con el mismo entusiasmo le  damos las gracias y nos felicitamos todos los que estamos en este proyecto por la elogiosa entrada de su blog.

  También nos aplaude en su detallada recensión Santiago Pérez Malvido en Cao Cultura, la nada despreciable revista cultural. 

  Todo esto renueva el entusiasmo por la tarea que nos propusimos para nuestros Pliegos Sueltos. Gtacias también a todos aquellos que nos habéis felicitado tan encomiásticamente, aunque aún no os hayamos podido (el tiempo es un bien escasísimo) corresponder a las fuerzas que nos habéis dado

Luca Caccioni