lunes, 3 de agosto de 2015

En torno al carpe diem

A partir de mi entrada de hace ya unos días, pensé, casi al instante de hacer clic para publicar, en el carpe diem, ese espejismo de ancianos que, en pura paradoja, parecen no saber vivir su propio presente y se han anclado en lo que ya no existe para ellos. Reaccionan así como essos padres que se empeñan en que sus hijos estudien o ejerzan lo que ellos no supieron o no pudieron estudiar o ejercer. La verdad es que la rosa, la taza (ver entrada anterior), el momento, no son ningún agarradero; se precipitan con nosotros al mismo tiempo, y arrastran su propia descomposición con la nuestra. Ningún joven sabrá nunca qué flor merecía ser cortada y cuál no; sólo desde la perspectiva de los años puede el ya anciano recomendar "goza" ("antes que... en plata o viola troncada se vuelva") o, por el contrario, puede avisar "amantes no toquéis si queréis vida" (porque  "solo del Amor queda el veneno"). Ya ven, el mismo Góngora escribió los dos mensajes y, aunque él compuso ambos poemas a sus veintipocos años, no cabe duda de que -sobre todo clarísimamente el carpe diem- lo hizo cumpliendo con la imitatio de otros más talluditos y nostálgicos del pasado.


Durero


   

No hay comentarios: