sábado, 31 de enero de 2015

Leer al Werther que lee

   Corrijo estos días exámenes. Le ha llegado el turno al Werther de Goethe y aquí ando enfrascada una y otra vez, hasta veinte veces, en aquel fragmento donde, inicialmente, el joven Werther se imbuye de los sentimientos del héroe de los Cantos de Ossián, el apócrifo. Todo es obviamente romántico: el tono, la localización medieval, las tumbas, la noche, el viento, los gemidos, el misterioso autor...  Qué diferente este episodio de aquel anterior en el que Werther reprocha, especialmente a los jóvenes, dejarse llevar por el mal humor y no saber apreciar lo bueno. En los días en los que mantiene esa opinión, el joven Werther está subyugado por la lectura del Ulises de Homero, ese luchador que se empeña en recuperar su bienestar y su hogar contra viento y marea (jeje, nunca nunca mejor empleada la frase). Curiosamente, la gestación del suicidio del personaje Werther ocurre en los días en que este ha cambiado de lectura, ahora son estos"Cantos de Ossian"; de hecho, el detonante definitivo será el suceso que sigue a la recitación de otro amplio fragmento de ese poema ante Lotte.
  Pienso qué extraña coincidencia es esta en la que, como ocurre con las muñecas rusas, un libro donde el protagonista muda de temperamento en paralelo a la naturaleza de sus lecturas, ha influido a su vez tanto en el ánimo de sus lectores como para provocar cambios tan llamativos y radicales en la moda del vestir y, según cuentan, en aquella oleada de suicidios.

Víctor Brauner


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