Toda la noche ha estado lloviendo. Eso parece, al menos, por el charco en el alféizar y la grisura brillante de todo. Es una delicia desayunar bajo la ventana y ver la luz -no una luz cualquiera, esta luz de incandescencia blanca- abrirse paso, filtrarse mansa y poderosamente por los resquicios de las nubes menos densas. Hay una paz y una fuerza extrañas. Y de nuevo este día evoca, otra vez, el Primer Día de todos los días y esta luz evoca la calma y la fuerza vírgenes. Cuántas veces la vida se simboliza a sí misma, pienso.
Antonio Smith
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