martes, 13 de mayo de 2014

Tempranito

   Levantarse una tempranito, cuando aún los hombres y sus máquinas guardan silencio y todo parece empapado en una paz luminosa que una sabe que se va a ir evaporando conforme avance el día, es respirar hondo. Vivir estos minutos por la mañana vale como una bocanada de aire fresco cuando te has habituado a subsistir en el búnker del ruido. 
  Lo constato una vez más: yo no estoy hecha para el bullicio; convivo con él como con uno de esos dolorcillos crónicos que unas veces nos exasperan y otras capeamos con voluntad de estoico. Qué le vamos a hacer. Siento así y vivo entre quienes confunden cantar con gritar y la alegría con el estrépito.  Me horrorizan las tracas hasta el dolor y las tamborradas tanto como cualquier crueldad inhumana. ¡Un bafle para mí es un instrumento de tortura!  
  De modo que adelantarme a los motores, las conversaciones a voz en grito y los chumba chumba de las radios de los coches es un resquicio que le abro durante un ratito a mis dolencias.  

Martín Malharro


No hay comentarios: