jueves, 20 de febrero de 2014

No todo está perdido

    Hacían un examen. Daba gusto ese silencio laborioso que casi permitía oír el roce de los folios: L, con la cabeza metida enérgicamente entre los hombros, no parecía respirar; S. hacía temblar, sin saberlo, la pierna derecha como poseído por una convulsión en la rodilla; P., pertrechada de cinco o seis bolígrafos y el tipex, los manipulaba -malabarista de superficie- con laboriosidad encomiable; y J., bueno, J. miraba al techo ensimismado, no sé si buscando en las alturas el concepto gramatical olvidado o tratando de entretener con las musarañas los minutos que quedaban hasta el timbre.
   Me he sentido bien observando cómo ponían ellos lo mejor de su trabajo y se empeñaban en el esfuerzo. Sí, me he sentido muy bien después de tanta película nihilista vista recientemente en el cine. No todo está perdido, me he dicho.


Álvaro Peña
  

2 comentarios:

Moisés dijo...

Claro que no todo está perdido!!! Cuánto nos gustas las exclamaciones catastrofistas y luego el dulce fluir de la vida nos muestra que exageramos.

Un saludo

Inmaculada Moreno dijo...

Síiiiiiii.