miércoles, 25 de septiembre de 2013

el niño de la bicicleta

   Un niño daba vueltas ayer con su bicicleta debajo de mi ventana. Pedaleaba incansablemente pasando veinte, treinta veces por el mismo punto de la rara elipse trazada en su inconsciencia. Treinta y cinco, cuarenta veces... Seguía girando.  No parecía cansarse, no flaqueaba; mantenía la mirada, obstinada y satisfecha, en el manillar del juguete. Daba vueltas -cuarenta y cinco, cuarenta y siete...-
¿Qué impulsa a los niños a esa constancia ilusionada?, ¿por qué la hemos perdido los adultos tan irremediablemente? Le he preguntado a E esta tarde si él también siente esa especie de impaciencia ante las cosas que se repiten sin poner una meta en el horizonte. Me dice que sí. Parece que no es cosa de mi carácter intranquilo; que es verdad, que hay cierta paz confiada en el tiempo que se pierde con los años. Yo creo que es cosa del horizonte de la vida. Quiero decir que para los niños el futuro es muy largo y por eso no tienen prisa alguna por apurar el presente; todo es tan ahora a sus años... No tienen apenas pasado y desconocen el terror de la fugacidad de las cosas. los adultos, en cambio, somos conscientes de la cortedad de nuestro porvenir y nos apresuramos a cargarnos las mochilas del momento lo más rápidamente posible, sin demoras, apurando la mayor cantidad de experiencias distintas por minuto. Por eso el niño dilapida su presente. Ojalá los mayores supiéramos recuperar un poquito de aquella visión infantil en la que las cosas aún no tenían pasado y el futuro era un sueño exótico que parecía esperar siempre. 

Didier Lourenço

4 comentarios:

Fernando dijo...

Yo creo que das una interpretación muy elevada a algo más simple, Inmaculada. El niño encuentra una fascinación en lo concreto que el adulto ha perdido: a la 3ª vuelta en bici decimos "ya he visto lo que es esto", y nos vamos. Una lástima.

Hay algo peor aún, y es que ni llegamos a probar las cosas: vemos la bici nueva y ni siquiera nos subimos, al sentir que no nos proporcionará ninguna sensación que no hayamos tenido antes muchas veces.

Inmaculada Moreno dijo...

Tienes toda la razón, Fernando. Yo intentaba sólo encontrar una razón a esa pérdida de la fascinación por lo concreto... Sí, qué triste es eso de que "ni siquiera nos subimos"... Pero es que la vida te va enseñando a no subirte siempre al burro ¡porque a veces te caes y duele!

Charo dijo...

"El tiempo que se pierde con los años" Discrepo ligeramente en lo del tiempo perdido: para mí con los años se gana siempre, tienes más de todo
Más experiencias, más vivencias, más sentimientos, más emociones, más veladas, más desvelos, más conocimientos, más amigos, más Amor.
Nos vemos pronto

Inmaculada Moreno dijo...

Es cierto, Charo, la parte buena es esa, que acumulamos experiencia y podemos crecer por dentro a la vez que por fuera. Hay que decirlo también.
Un beso, nos vemos pronto.