lunes, 19 de noviembre de 2012

Se acabó la cumbre

   Se acabó la Cumbre Iberoamericana en Cádiz ¿Habrá servido para algo? Ante las imágenes que nos ha dejado la prensa y la televisión no puedo evitar recordar las palabras de Borges y sonreír calladamente:
"Un embajador o un ministro es una suerte de lisiado que es preciso trasladar en largos y ruidosos vehículos, cercados de ciclistas y granaderos"

Rafael Segura


  Pero hoy, en Cádiz, he tenido yo mi cumbre personal; la que ha supuesto para mí dos ratos estupendos con dos amigas: con Manoli coincidí por casualidad en el chequeo médico y, entre prueba y prueba, desenmarañamos esa especie de madeja enredada en que se suelen convertir las impresiones cuando no se cuentan; con Charo había quedado para comer y, con esa excusa cotidiana, hemos hablado de nosotras y de los que queremos. Qué joya impagable es la amistad, qué consuelo para el ánimo, qué descanso para las incomprensiones.
  Para colmo, al entrar en El Puerto, miro el termómetro de la calle: 23 grados y brilla el sol como una caléndula encendida. 
   


2 comentarios:

Fernando dijo...

¿En Cádiz? ¡Qué envidia!

¿En El Puerto? ¡Qué envidia!

¿23 grados? ¡Qué envidia!

¿Sol? ¡Qué envidia!

Inmaculada Moreno dijo...

Pues yo envidio tener a mano los museos incansables de Madrid y el buen teatro casi cualquier día...