viernes, 31 de agosto de 2012

Exquisita y cruelmente amargo.

      Yo creo que cuando los pintores de la Neuesachlichkeit hacen sus retratos no siempre están representando la sociedad, sino que a veces descarnan a la persona. Son obras que me atraen, que admiro profundamente, pero sus personajes no siempre son caricaturas degradadas de un momento histórico o de un grupo, sino del ser humano mismo. Es lo que ocurre con el enfermo de amor de Grosz que ayer estuve largamente observando en la K 20 de Grabbeplatz.  No me enfada, solo me entristece. Es una sensación extraña, como de desilusión mezclada con admiración, de tristeza con entusiasmo, de dolor con fascinación: una especie de sabor exquisita y cruelmente amargo, como lo es la pistola inclinada bajo el corazón encendido.


2 comentarios:

Fernando dijo...

Qué miedo, Inmaculada.

Inmaculada Moreno dijo...

Pues sí, Fernando. Yo creo que, aunque la Nueva Objetividad surge como crítica social, lo que observo en muchos de sus cuadros es que, al final, creo que de manera inconsciente, lo que hay es también una negación de lo humano, por ejemplo, del amor ¿Has visto el título? "El enfermo de amor" ¡El amor como enfermedad! ¡el corazón junto a la pistola! ¿y has visto la expresión del personaje?
Yo defiendo que el arte tiene que representarlo TODO porque el sufrimiento y la capacidad de crítica están en el ser humano y qué horror sería negarlos... Así que son cuadros que observo con curiosidad y con la admiración de quien descubre modos de expresión, visiones del mundo posibles y por eso me resulta a la vez apasionante pero también triste, muy triste. Tú lo llamas miedo... Sí, miedo también me da.